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¿Has comido Kentucky Fried Chicken últimamente?

Un policía australiano acaba de ganar la nada despreciable cantidad de 20.000 libras esterlinas por un juicio que iniciara contra la cadena multinacional KFC/Taco Bell tres años atrás.

Pero - ¿Por qué una persona común y corriente iba a atreverse a denunciar a semejante empresa? La respuesta es de lo más sorprendente: Un trabajador de la mencionada corporación le había servido comida salpicada de saliva y orina.

El agente agraviado, Keith Andrew, vio como después de tanto tiempo de haberse prolongado el veredicto, hecho que en buena medida se debió a las tretas de los abogados defensores, el juez a cargo le daba la razón y ordenaba una inmediata indemnización para él y su familia.

Sus dos hijos, de cuatro y siete años respectivamente, fueron los más afectados pues este inverosímil potaje les hizo enfermar de gastroenteritis y deshidratación, causando por tanto un enorme gasto en hospitalización, atención médica y medicinas.

Pero - ¿Qué llevó al empleado del KFC a actuar de esta manera? Nadie lo sabe; podría haberse tratado desde una broma hasta una venganza.

Lo cierto es que otros trabajadores del mismo centro presenciaron este hecho e inmediatamente lo reportaron ante el supervisor. Pero este último no tuvo la decencia de informárselo a la familia afectada, convirtiéndose por tanto en cómplice de esta atrocidad.

El representante de esta transnacional dice que esto es imposible; que ellos se esmeran demasiado por contratar personal de calidad y ofrecer el mejor servicio a todos sus clientes estando por tanto, en desacuerdo con la sentencia dictada.

Cuando fueron a buscar al responsable de esta infamia, no pudieron encontrarlo: había sido despedido meses atrás.

Lo curioso es que la razón de su despido no tuvo nada que ver con este incidente: ¡Lo echaron por que llegaba tarde casi todos los días!

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