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Frases célebres de "Cien años de Soledad"

Autor: Mazcue

La novela del escritor colombiano y premio nobel de literatura Gabriel García Márquez: Cien años de Soledad, es considerada una de las obras más importantes del siglo XX, ha sido traducida a 35 idiomas y se han vendido más de 30 millones de copias desde aquel primer momento en Junio de 1967 cuando solo se imprimieron 8.000 ejemplares.

La novela cuenta la historia de 7 generaciones y muchos personajes externos a la familia Buendía, el traspaso de nombres, las relaciones incestuosas, cómo se trata el tema de la soledad y la narración de eventos fantásticos mezclados con la realidad, hacen de su lectura una complicación propia de un genio, de la que solo García Márquez es capaz.

Sus 471 páginas nos llevan, traen y vuelven a llevar a un mundo imaginario del cual es difícil de escapar, del mismo en que surgen muchas frases célebres dignas de recordar:

  • «El coronel Aureliano Buendía entendió, que la vejez, no es mas que un pacto honrado con la soledad»
  • «Compadre, recuerda que a usted no lo fusilo yo, lo fusila la revolución... Con todo respeto, vaya a comer mierda»
  • «Usted podrá mandar en toda la cienga, pero en mi casa mando yo»
  • «Esta es de las que les da asco hasta su propia mierda»
  • «En cualquier lugar que estuvieran, recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera»
  • «Apartense vacas que la vida es corta»
  • «El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo»
  • «En realidad, Remedios, la bella, no era un ser de este mundo. Hasta muy avanzada la pubertad, Santa Sofía de la Piedad tuvo que bañarla y ponerle la ropa, y aún cuando pudo valerse por sí misma había que vigilarla para que no pintara animalitos en las paredes con una varita embadurnada de su propia caca. Llegó a los veinte años sin aprender a leer y escribir, sin servirse de los cubiertos en la mesa, paseándose desnuda por la casa, porque su naturaleza se resistía a cualquier clase de convencionalismos»
  • «Uno no se muere cuando debe sino cuando puede.»
  • «Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se consumaba, porque seguía aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto pero sin acabar de acabarse jamás»
  • «Apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo. -Eso es malo -dijo el coronel Gerineldo Márquez. -Naturalmente -dijo-. Pero en todo caso, es mejor eso, que no saber por qué se pelea. -O que pelear como tú por algo que no significa nada para nadie.»
  • «En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni pasará nunca. Este es un pueblo feliz. »
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